sábado, 5 de enero de 2008

El tanque recontra vacío


MIS PADRES se fueron de viaje por el Año Nuevo y por unos días fui materialmente feliz. Departamento y carro para mí solo. Ni siquiera uno: dos. Así es como funciona el sarcasmo. De peatón pasas a tener dos carros. Igual, solo puedes manejar uno. Desacostumbrado a tanta abundancia repentina, preferí pecar de humilde, solo atiné a usar la vieja y cumplidora camioneta y dejé el flamante Subaru Impreza 2007 guardado en el garaje. No vaya a ser que me lo rayen por ahí.

Fueron días de calculada y cómoda soledad casera, de trapos apilándose en el cesto de la ropa sucia y platos formando torres en el lavadero, mientras yo vivía la fantasía de haberme ganado el sorteo de la cuenta millonaria de Interbank al que, por cierto, siempre me propongo inscribirme sin nunca llegar a cumplir. Días de poco trabajo, mucho rato en piyama y, claro, el carro estacionado abajo y siempre listo para llevarme a donde yo quiera. Un placer que hace más de tres años me tenía prohibido y que pude volver a tomarme durante unos pocos días. Y debo reconocer que aunque lo usé muy poco me sentí libre, pero también extremadamente pobre porque si algo ha cambiado en estos años que llevo de forzado peatón es el maldito precio de la gasolina. Eso, y que de vez en cuando se me apague porque no me acostumbro del todo a la caja de cambios, son mis grandes frustraciones del arranque del 2008. Me subo nuevamente a un auto y caigo en la cuenta de que 20 soles no alcanzan para nada, el grifero termina de despachar y la aguja del medidor no se levanta ni un grado. Una triste y gráfica metáfora de la impotencia económica del conductor. ¿Para qué quieres un carro si ni siquiera puedes echarle una cantidad decorosa de combustible?

O tal vez porque sí puedo pero no quiero, y termino echando gasolina por puchos, es que hasta ahora no tengo carro. Caigo en la cuenta de eso porque ayer, justo el último día de libertad automotriz, me vi a mi mismo parando tres veces en el mismo día en un grifo para rellenar el pinche tanque de combustible. Y, mientras espero que la grifera termine de despachar los quince soles que espero me alcancen para recoger a mis padres del aeropuerto y volver a mi realidad de sin carro, extraño los viejos tiempos de mi petrolero y del diesel a seis soles por galón, maldigo a la OPEP en pleno y me pregunto si de verdad no me estaré volviendo un tacaño de lo peor. El lunes veré lo de la cuenta millonaria. Y el domingo, lo prometo, me levanto temprano y me pongo a revisar los clasificados de El Comercio. Aunque sea, para no perder la costumbre.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

jajaj..no se.... pero creo que en Lima la gasolina dura menos que en otros lugares (a pesar que las distancias son mas cortas) cada salida me costaba un huevo de plata en el grifo yo pensaba -pucha que tragon el carro se esta comiendo 1 kilo de bistek o algo por el estilo-en fin creo que es mas costoso movilizarse en el propio auto. ya sabes, cambio de aceite, revisones, renovaciones de placas, smog check, afinamientos etc...me parece mas barato y saludable ser peaton...en fin saludos

Elmo Nofeo dijo...

Pero, una caminoneta 4x4 en ciudad, no te pases, cada semáforo te cuesta 10 soles y cada pique 25.

A este paso sólo nos queda meternos a político o milico para tener viáticos o vales de combustible.

Imberbe_Muchacho dijo...

es qu los dos carros sonm consumidores pues, un Subaru no sube de 30 Km por galon...seguro que lo sacabas hasta para comprar pan... asi no es

chica dijo...

La verdad te has vuelto un poco roñoso chico... quién diría!

;)

Geraldine dijo...

Waaah yo no tengo ni 1 carro xD

Te leo ;)

Salu2

Oscar C. OKIPERU ® dijo...

A mí, que no tengo ni bicicleta, me dolería pagar hasta la cochera.
Saludos.