sábado, 13 de octubre de 2007

Gente que circula por ahí (2): el conductor fosforito


En la vida diaria puede ser un tipo de lo más afable y buena gente, pero basta que se suba al auto para que aflore la paranoia que lleva dentro. El hombre cree que todos los choferes del mundo salen a la pista para fastidiarlo: el taxi que le pone las luces altas, la señora que mete el morro de su 4x4 sin mirar a los lados, la coaster que tiene adelante y le lanza una feroz bocanada de monóxido. A fin de cuentas, es un hombre solo contra el universo automotriz, y en esa condición es que ha desarrollado un sinnúmero de estrategias defensivas. Que, en realidad, más parecen estrategias agresivas.

El primer especímen de este tipo que conocí fue mi padre, que había perfeccionado la técnica para lanzar violentos escupitajos al conductor enemigo de turno. Sin quitar las manos del timón sacaba el cuello por la ventanilla y descargaba. Si el adversario tenía la desventura de tener las lunas abajo, los efectos podían ser desastrosos. Luego fui descubriendo otros que me llevaron a la conclusión de que la paranoia automotriz bien puede ser una pandemia. Yo mismo, cuando tenía carro, me he visto tentado a lanzar un salivazo varias veces, y en todas me ha detenido la conciencia de mi pésima puntería y el consecuente terror al ridículo (pocas cosas deben ser más vergonzozas que lanzar un pollo y que este aterrice sobre tu propia carrocería). Pero no todos se contentan con mi agresividad pasiva que se limita a insultar en voz baja y renegar para adentro. He visto broncas entre taxistas, me han hablado de sujetos normalmente buena gente que son capaces de bajarse del carro para meterme un puñete a un conductor de combi y de otros, no tan buena gente, que sacan del carro palos, fierros o hasta bates de beísbol.Hace poco vi a uno que cerró a una 4x4 (ignoro que le habrá hecho) y se puso frente a ella para impedirle el paso. Nada le importó que su mujeres le gritara (le rogara) que ya no joda y se regrese al carro antes de que lo atropellen y le dejen la marca del mataperros.

Son esas situaciones extremas, cuando un fosforito se junta con otro, son las que de verdad tiemplan los nervios. Dentro del carro, cualquiera es valiente, fuera de él es que se ve la diferencia entre la paja y el trigo. La mayor parte de veces el buen juicio aconseja poner primera y arrancar (el conductor de la 4x4 huyó haciendo off-road por el parque Mora). Hace poco estuve involucrado en una situación parecida, felizmente como pasajero. Mi buen amigo conductor sufre de paranoia automotriz y ha perfeccionado una serie de gestos con las manos para descargar su cólera. Agita el brazo izquierdo como un ala y, cuando tiene al enemigo al lado, le muestra el dedo medio con energía. Pero la mejor pieza de su repertorio se exhibe cuando detecta a un conductor apurado. Se coloca delante de él y lo frena metódicamente hasta llevarlo a la desesperación.

Una noche de sábado se cruzó con un loco más loco que él. Lo persiguió y logró cerrarlo en plena avenida Angamos, justo frente a Chicago Chico. Cuando se bajó del carro y lo vi más borracho y drogado de lo que esperaba, temí lo peor. Felizmente también había mujeres en el carro y mi amigo no está tan rayado. Salió volando y se metió contra el tráfico.

Si se bajaba, fácil nos asaltaban a todos.

1 comentario:

Imberbe_Muchacho dijo...

jejejejeje, pero todos tenemos un poco del conductor fosforito... yo mismo a veces me rayo, pero eso si nunca me he bakjado del carro parfa mecharme, normalmente las mechas son en plena pista y bajarser es de locos,. un pata mio tiene una cadena "por si todo lo demas falla" alucinante la verdad