domingo, 9 de septiembre de 2007

Un sentimiento colectivo

DERIVACIÓN PRÁCTICA de un chiste racista de pésimo gusto (*), el colectivo nació bajo la misma premisa de la combi: acomodar a la mayor cantidad de peruanos en el espacio más reducido posible. Sus inicios quizá hayan llegado a enternecer a más de un nostálgico: en eso fue en lo que terminaron cientos de esos viejos autos estadounidenses de cuando la gasolina era barata y espacio, ancho y ajeno. Claro que pronto los viejos y queridos lanchones, auténticos callejones bajopontinos con ruedas por los asaltos que en ellos se han escenificado, fueron reemplazados por la modernidad de la station wagon japonesa, que permitía una gran cosa: acomodar pasajeros en la maletera.

Todo era felicidad hasta que la autoridad, esa aguafiestas, metió su cucharón y defendió por una vez ese mínimo derecho humano: una persona, un asiento. Desde ese día el colectivo se siente un incomprendido. No es ni taxi ni combi y en ese limbo que la autoridad no reconoce porque no sabe cómo clasificar se gana la vida todos los días. Se disfraza de taxi, esconde discretamente el cartel que delata su naturaleza y acecha en los paraderos para afanarle pasajeros a los micros. Sabe que vive en continua persecución, que las autoridades piensan cada día en la forma de eliminarlo, que nunca será distinguido con el honor de un paradero en alguna esquina del centro.
Quizás por eso, porque vive a salto de mata y es un paria del transporte público, es que el colectivo acelera como un salvaje cada vez que ve un poquito de recta libre, aunque por eso se entienda a los cinco metritos que te puede dejar la vía expresa a las nueve de la mañana. El chofer de colectivo esquiva carros con destreza de eximio jugador de playstation porque siente que el Setame lo persigue todo el tiempo para desenmascararlo, para mandarlo al depósito o, peor todavía, a la revisión técnica. Tiene el SOAT siempre vencido y al patrullero soplandole la oreja. Por eso el colectivo es la opción de los eternos apurados, los que siempre se levantan tarde para ir al trabajo, como yo, y esperan que un inspirado meteoro los saque del problema esta vez. Aunque tampoco es recomendable tomarlo todos los días, porque subirse a un colectivo es casi como jugar a la ruleta rusa.
(*) Este es un blog políticamente correcto, así que no se da publicidad a chistes racistas

4 comentarios:

Pedro Canelo: dijo...

He escuchado un par de historias de asaltos brutales en esta movilidad alterna.

Mucho cuidado al subir a la lancha...

Saludos,

P.

Imberbe_Muchacho dijo...

jajajaj, no sabia que habia colectivos station wagon, salvo los que te llevan a chosica. Nunca me he subido a un lanchon, ni por curiosidad, ya es hora creo

Sr. Sarcástico dijo...

q buena esa foto de tico transformer. Sera q es el nuevo Bumblebee, hablando de eso debio ser el nuevo escarabajo en la peli, pero no se pq cambiaron de auto

Luis Iparraguirre dijo...

Mi querido y estimado, su post? lindo, para variar, pero la foto es extraordinaria, y te lo dice un photo journalist (viste lo huachafo?)